jueves, 5 de agosto de 2010

Aki un cuento de Mario Alberto Conde Rodriguez, Facultad de Filosofia y Letras, Nov. 2008

El extraño caso del Sr. M. Guadarrama
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Decidió cerrar el libro. Se pasó una mano por el bigote humedecido de sudor y sonrio con nerviosismo. Nada tan divertido como leer cuentos de terror antes de dormir; para Maclovio Guadarrama echarse el edredón encima del cuerpo frío por la transpiración era uno de esos placeres simples y baratos.

Con los cuentos de Poe había encontrado la fórmula de soltar su imaginacion al grado de desarrollar divertidas manías paranoicas. Cerraba las ventanas antes de dormir con el temor de que un gorila entrara y le ahorcara; cuando se sacaba una foto no le hacóa caso al fotógrafo que le decia "no se mueva"; incluso regaló a su gato "Borolita" porque el pelaje de su cuello había cambiado de blanco a café. Dejó el libro en el suelo, al lado de la cama, porque en la mesita de noche estaba la lámpara y ésta podía prender fuego al libro. Ninguna precaución sobraba. A las once en punto se acomodó para dormir, pues temía llegar despierto a media noche y escuchar los lamentos, que según el casero, recorría los pasillos del edificio.

Seis de la mañana. Se levantó y cinco minutos de reflexiones; con sumo cuidado encendió el boiler y esperó a que se calentara en agua mientras escogía su ropa; se bañó, vistió y desayunó. A las seis y media ya estaba saliendo del elevador, cruzando el umbral de la puerta principal del edificio hacia su cercana oficina, a tiempo para llegar a las siete.
cuando llegó a su escritorio, Gerardo se acercaba con gesto amistoso.

-¿Quihúbo, Gera?, ¿qué dice la vida?
-Pú's la vida nada Maclo, pero la muerte me anda llamando por telefono -dijo tranquilamente sentándose en el escritorio contuguo.
-Ah, ¿de veras? -contestó escondiendo el nerviosismo-, ¿y qué dijo?
-Se murió un tio que apenas conocía- dijo despreocupadamente.
-¡No me digas!, ¿cuándo pasó?
-Creo que el fin de semana pasado.
-¡No!, ¿y de qué?
-P´'s quién sabe, tú. No me acuerdo del informe, pero has de cuenta que se durmió... y ahi se quedó.
-¿Nada más? -el Sr. Guadarrama tragó saliva.
-Nada mas - y prendió su computadora con indiferencia
-Hombre... pu's, mi sentido pésame -dijo el Sr. Guadarrama empujando sin querer un florerito de su escritorio.
-Gracias, pero así es la vida -dijo Gerardo sonriendo para desconcierto de l Sr. Guadarrama. Luego suspiro y añadió una sentencia final mientras dirigía su mirada al monitor-. Tarde o temprano a todos nos toca.

El blígrafo resblao de la mano del Sr. Guadarrama. Movió nervioso el bigote y se acomodó los lentes, la respiración le ensanchaba las alas de la nariz y, en medio de la opresión estomacal que llamamos miedo, hizo una pregunta que nunca antes se había hecho, y que en ese momento cobraba una importancia terrible y amenazante:

-¿Y si me muero?
-¿Perdón? -preguntó distraído Gerardo, sin quitar la vista del monitor.
-¿Y si me muero? -repitió el Sr. Guadarrama como para sí.
-No digas burradas, Maclo -rió Gerardo-. 'Tas joven y sano para andar pensando en eso.
-Sí, ¿verdad? -dijo fingiendo una sonrisa. Gerardo tenía razón, pero...-, ¿ylos accidente? Mepuedo morir en un accidente. O como tu tío, así na'más.
-Chale, Maclo. Mejor ponte a trabajar en lugar de ponerte paranoico.

Pero durante esa mañana, nada apartó de la cabeza del Sr. Guadarrama la idea tan macraba que tenía plantada. Ni durante el desayuno, la pausa del café, la comida y la hora en la que el supervisor salía a hacer sus encargos, momento que muchos empleados usaban para dormir.

A las seis de la tarde salió y corrió hacia su casa, no quería que oscureciera y le agarrara la noche en la calle. Según los periodicos amarillistas, durante la noche ocurrían las muertes más sangrientas.

Ya en el departamento, su mente le daba vueltas por la incertidumbre de saber cuál respiro sería el último.

sin embargo, nada de eso interrumpió sus sesiones de lectura, incluso las alargó. Devoraba sus libros de Lovecraft, Le Fanu, Stoker, Shelley, Stevenson, James, Bécquer, Conde, Rice, King: reeleía una y otra vez los cuentos de Poe. A la segunda noche llegó el insomnio, dormía a lo más una hora y de muy mala manera. Dejó de saludar a los vecinos (más del 60% de los asesinatos son efectuedos por conocidos de la víctima), no hacía sus reflexiones, rendía poco en el trabajo y se volvió antisocial en general. Tres días duró en ese estado zombificado en el que se repetia una y otra vez:

-¿Y si me muero?

Y es que la pregunta guardaba el mayor misterio para Maclovio Guadarrama: ¿que seguía después?, ¿se pondría todo negro o blanco?, ¿sería como estar dormido sin soñar, en un estado donde los recuerdos terrenales serían vagas imágenes sin sentido?

Fue a la iglesia y se confesó, así su alma sería salvada... Sin embargo, siempre existía la opción de que todas las religiones fueran falsas y que no hubiera un alma.

Entonces otra idea igual de misteriosa llegó a través de los libros: la inmortalidad.

Buscó en todos los cuentos y novelas, en diccionarios y enciclopedias, así como en los buscadores de internet. Por si no fuera suficiente, al miedo se sumó la frustración. Hallaba historias de seres malignos que buscaban no morir, contra todas las leyendas naturales; cuentos de la fuente de la eterna juventud, incluso invitaciones a conseguir la inmortalidad del alma por medio del Cristianismo............

sábado, 10 de julio de 2010

un hola

Esta creacion sera en conjunto para la exprecion de ideas, fotos, videos, libros......

estudiante de arquitectura kon amor al teatro dejando imagenes y relatos de buena vibra